Reivindicar la elegancia (II)

En la anterior entrada vimos como aproximarnos a la elegancia como elemento diferenciador. En este artículo veremos que el comportamiento femenino elegante puede ser importante para nuestros objetivos.
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Cuando los hombres hablamos de chicas apetecibles, lo que se nos viene a la cabeza tiene siempre mucho que ver con la belleza. Esto no es casualidad, solo hay que releer las teorías evolucionistas para entender que la belleza y la juventud son indicios ancestrales de fertilidad y ausencia de enfermedades. Nuestros antepasados los monos no eran idiotas y nosotros tampoco. Pero los tiempos han cambiado y ya nadie es un chimpancé.

Los recorridos neuronales de nuestros cerebros conservan algunas curvas y rectas pero se han hecho mucho más complejos. Todavía hoy la parte más instintiva de la mujer sabe oler al macho alfa de la tribu, pero sabe que las ciudades están trayendo indiferenciación de grupos, individualidad y grandes presiones económicas a nivel familiar, por lo que no están seguras de querer pasar con un "alfa clásico" su futuro sin demostrar otras cualidades. Y los grandes seductores saben que sin elementos de romance no hay grandes premios. Las cosas han cambiado un poco desde que andábamos con las manos.

Cuando un cerebro masculino pide "físico y algo más" a una mujer, está atendiendo a su instinto básico como macho, por un lado, y a una consecuencia empírica de su evolución mental y emocional. Y cuando a una mujer escultural se le aparece un tipo así, su reacción es de cortocircuito: "Este tipo dice que estoy buena, pero que si no tengo nada más que eso, se piensa largar". Es inevitable que ella te otorgue valor, pase o no pase tu aro. Cuando te estés marchando a 10 metros de ella, mirará a lo lejos de nuevo y dirá "vaya pelotas que tiene este pibe".

Eso es valor. Valor del bueno.

Claro que para que esta técnica te funcione, no hay teatros que valgan. De nada sirve memorizar las frases si no hay una realidad mental que haga de sustrato. Ya sabes que delante de una mujer es más importante lo que subcomunicas que lo que comunicas. El físico puede ser el motivo por el que pisas el embrague y metes primera, pero debe haber algo más que haga que tu coche inicie la marcha e inviertas en escalar.

Ya que en una noche cotidiana no podemos hacernos una idea concreta de todo lo maravilloso que puede tener una mujer en su interior (incluso porque ella misma puede estar difuminándolo con su estilo de juego), sí que podemos recurrir a los diferentes tipos de elegancia que sea capaz de desplegar para justificar nuestro interés en ella.

Todas mis escaladas sociales tienen mucho que ver con la capacidad de la persona para ser elegante y ecológica con los demás. No me interesan las personas sin autocontrol general y sin una firme capacidad para divertirse sin aspavientos ni comentarios ridiculizantes. Gestionan mucho mejor sus energías. Hoy mismo estaba viendo una procesión de Semana Santa en Sevilla y he visto cómo dos mujeres discutían por dejarse el paso. Tras los tensos comentarios de la primera, la segunda le ha sonreido y pasando de largo ha comentado plácidamente: "Qué simpática, hace como si la calle fuera suya". Indudablemente me he sentido más cercana a este última por la clase que ha demostrado.

Resumen:
***Para hacer escaladas con significado a lo Juggler, lo físico solo debe servirte para "arrancar el motor y meter primera".
***Para ir más allá de lo físico, debes interiorizar la creencia y el estado interno, no las frases.
***A veces no es fácil hacer escaladas con significado profundo por el contexto de la interacción.
***En dichas ocasiones, la elegancia de la actitud es algo bastante rápido de apreciar y puede servir para "meter segunda".