Visualizar el éxito. Un caso real.

Una de las historias que más fuerza me dieron cuando la escuché y que reafirmó mis sospechas leidas sobre PNL. Redactada y dedicada especialmente para los visitantes de este blog.
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He contestado a algunos mails últimamente de algunos usuarios muy agradecidos con lo que leen en mi blog y en el foro, diciendo que desprenden sencillez y accesibilidad para las nuevas parcelas de realidad que pretenden conquistar. Gracias de corazón, me siento muy halagado. También me confiesan que pese a todo, no saben bien como empezar en esto ni como sentirse en estado positivo para sus primeros avances.

Por el sabor de la responsabilidad y gratitud quisiera formular para ellos una gran respuesta a sus dudas, pero reconozco que me quedo en blanco entre la marabunta de teorías y de textos brillantes de tantos compañeros. En los foros y en los blogs, inevitablemente, todo lo que terminamos escribiendo son, en gran parte, refritos. Y hoy pretendo otra cosa...

Si el blog "Vivir Seduciendo" sirve de motivación para muchos, creo que es buen momento para contar qué tipo de historias me motivaron a mí. Dedicada de corazón a todos a los que quizás haya podido vehiculizar información de valor para sus vidas, esta historia que os cuento ocurrió en la Copa del Mundo de Futbol del 86, cuando yo apenas era un niñito de 7 años.

Dicen que pertenecer a un equipo es sencillamente compartir un estado de ánimo. Es ese el hilo de la emoción y de los estados mentales. Y en el 86 era fácil sentirte equipo y a la vez ser un ganador en la selección argentina. Insisto en "equipo" porque los argentinos compartían un sentimiento pegado a sus colores. Un sentimiento que se entendía mucho más profundo que la estampa de un lider.

Y en aquella selección había un "11" canijo llamado Jorge Valdano, que fue indiscutible, aunque para algunos sin exquisitas credenciales, durante todo el mundial. La respuesta era sencilla: no era Maradona ni un gran astro pero desde que jugaba en segunda división se mentalizó para ejercitarse como un esclavo muchos minutos antes del comienzo y muchos minutos después del final del entrenamiento. Sólo así conseguiría el nivel deseado.

Y lo tuvo que hacer bien cuando en 1986 aquel pibito y su selección, (y sobre todo con el genio pelusa en sus filas), habían llegado a las semifinales de la copa más deseada del futbol.

Fue en el Estadio Azteca, de Ciudad de México, en un 25 de Junio, cuando Maradona volvió a demostrar al mundo entero quien era el mejor, imponiéndose él sólo a Bélgica con dos goles. El resto del equipo no estuvo muy brillante y Jorge Valdano tuvo en sus pies, a pase del pelusa, la oportunidad de que el marcador fuera más abultado.

Argentina estaba en la final. Pero Valdano se hizo unos largos en su propia mierda.

El canijo 11 de nuestra historia pensó que no tendría la oportunidad de jugar la final después de fallar un gol a puerta vacía. Era un precio muy alto a pesar de haber jugado toda la ronda eliminatoria. Su mente empezó a nublarse a medida que avanzaban los 4 largos días hasta el encuentro contra Alemania. Hundido moralmente, sospechoso de su propia valía, se sintió un impostor que no merecía la oportunidad de ser titular en la final de los finales. Algo fallaba, estaba claro. En su interior había realidades y percepciones no alineadas. Fue entonces cuando Burruchaga, su compañero de habitación en el hotel, le obligó a recomponerse.

Durante los cuatro días antes de la final, Burruchaga consoló a Valdano e incluso le obligó a recrear su posible gol en la futura final. El 11 sentía que sólo era una forma original de animarse. Durante cuatro días, en cualquier momento, se juntaban y gritaban gol como dos descosidos, abrazándose, cayéndose al suelo. Recrearlo, visionar el triunfo, experimentar las sensaciones que se despiertan con los deseos... aquello era mucho más que una jodida locura... porque el 29 de Junio, en otro gran día donde el futbol argentino tocó el cielo, Valdano metió el segundo gol a los alemanes.

Podría dejar de escribir ahora, ya que las palabras nunca podrán definir lo que significa meter un gol en una final de la copa del mundo. Se dice que la cabeza te explota y que los gritos de alegría de todo tu pais se te meten en la sangre, pero las palabras seguirían siendo torpes ante algo así. Lo cierto es que, cuando la pelota entró a la red, ni los millones de telespectadores emocionados, ni los miles de asistentes gritando, ni todo su equipo encendido pudieron interrumpir la descerebrada carrera en linea recta que lo dirigío fulminante hacia Burruchaga, con el que se fundió, en un nuevo abrazo de color y emoción multiplicadas.

Aquel no era otro que el abrazo de la motivación entre amigos y del poder de la fe en uno mismo.

Con esta historia que oí contar en vivo a Valdano en un encuentro sobre automotivación te ofrezco su moraleja: "Siente el éxito antes de tenerlo y estará más cerca". Oigo a mucha gente decir "Si no lo veo no lo creo". Yo te invito a cambiarlo: "Solo lo verás si crees en ello". Guarda toda la fe en ti mismo como valor máximo y visualiza tus éxitos siempre que puedas. Es el camino más directo hacia tus objetivos y por supuesto, para mi, una de las formas más seguras para empezar bien en esto de la seducción.